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de las flechas de lenguas traicioneras.
Ya estaba yo cerca de la muerte,
y mi vida casi en lo más hondo del abismo;
miré alrededor, y no había quien me ayudara,
busqué un apoyo, pero no lo había.
Entonces me acordé de la misericordia del Señor
y de su amor, que es eterno.
El Señor salva a quienes a él se acogen,
y los libra de todo mal.

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